Argentinos y brasileños, amigos en el Maracaná. ¿Repiten el martes?

Una fuerte amistad se forjó hace varios años entre hinchas de Vélez Sarsfield y Fluminense. Con el correr del tiempo, ese vínculo fraternal se amplió y derivó también en una estrecha relación entre los directivos de ambos clubes. 

La presentación del seleccionado de Argentina frente a Venezuela, en el estadio Maracaná, fue la excusa ideal para ratificar la cercanía afectiva entre los simpatizantes fortineros y los cariocas.

Un grupo de velezanos viajó para acompañar al equipo de Lio Messi en este partido de cuartos de final. Y fueron bien recibidos.

En las calles de Río de Janeiro, frente al Maracaná, hinchas de Fluminense pintaron paredones con los nombres, colores y escudos de ambos equipos. Antes del partido se reunieron, a almorzar en un bar cercano al estadio. Y luego concurrieron juntos al mítico estadio carioca.

Al final, extendieron la ronda de cervezas y charlas futboleras. Durante el Mundial 2014 también hubo reuniones similares.

El origen de esta amistad se dio gracias a los colores italianos de las casacas. Simpatizantes de Vélez vacacionaban en las bellas playas de Río de Janeiro vistiendo la casaca tricolor del club de Liniers, y esa indumentaria fue el imán que atrajo a hinchas de Fluminense.

Fue ese el puntapie inicial. Luego se fueron sumando hinchas, y la amistad incluyó a las barras, Sobranada y Young Flu, y La Pandilla. Cada vez que el equipo carioca jugaba en Buenos Aires, y de igual manera si El Fortín actuaba en Brasil, compartían tribuna y aliento.

Se hizo común ver banderas y camisetas de Flu en el Amalfitani o de El Fortín en canchas brasileñas.

Directivos de ambas instituciones se subieron a la ola de la confraternidad y a fines de 2012 firmaron convenios y acuerdos en un encuentro en Río de Janeiro. 

Curiosamente, pese a sus participaciones en los torneos continentales, Fluminense y Vélez nunca se enfrentaron oficialmente. Fueron los colores en común, el motivo de una amistad que se prolonga y mantiene.

Hoy, en Río de Janeiro, se escribió un nuevo capítulo. ¿Pensarán hacer lo mismo el martes en Belo Horizonte, cuando Argentina y Brasil definan al primer finalista?