Los superhéroes también mueren

Los cómics, impresos o visuales, nos adiestraron que los superhéroes nunca mueren. Sin embargo, este 2020 plagado de malas noticias nos acaba de derrumbar esa certeza. A los superhéroes también los alcanza la muerte. Sin usar capa ni disfraz -o quizás lo eran una camiseta celeste y blanca y un par de botines-, sin volar ni tener poderes extraordinarios -o quizás sí, en su talentosa pie izquierdo y en su talento tremendo-, Argentina tuvo su superhéroe que desplegó su poderío con una simple pelota de fútbol. Y lo creíamos y lo sentimos inmortal como todo superhéroe. 

Nos hizo aumentar la creencia de su inmortalidad tantas gambetas que le hizo a la muerte, con aquel episodio en Punta del Este, hace unos cuántos veranos atrás, cuando el fin parecía inminente. Esa vez, y varias más, Diego salió a flote, peleándola con puro corazón y garra como miles de veces lo hizo adentro de una cancha.

Maradona es Argentina. Y lo seguirá siendo, en el recuerdo, en la nostalgia y en la identificación. Por los siglos de los siglos. Tan contradictorio como nuestro país, tan proclive a pasar del amor a odio en segundos, tan estable como inestable. Una marca registrada de nuestro país y nuestra idiosincrasia.

Trascendió fronteras, se convirtió en un símbolo de la argentinidad al palo. Revolucionó el fútbol (y a la sociedad) italiano, destruyó a los ingleses con esos dos goles inolvidables -la mano de Dios y la jugada de Dios-, conmocionó hasta el último rincón futbolero del planeta. 

Cometió y dijo barbaridades en su vida privada, es cierto. Pero ¿quiénes somos para juzgar su conducta? Muchos de los que se escandalizan y se rasgan las vestiduras por esos escándalos, ¿están habilitados para tirar la primera piedra?

Las proezas futbolísticas, y su repercusión e influencia en la alegría de un pueblo -o de miles de pueblos-, soslayan cualquier cuestionamiento. Maradona es el fútbol y todas esas sonrisas y desquites de una vida oscura. Por eso hoy césped, tribunas y arcos se llenan de lágrimas. A todos, admiradores y detractores, se les fue una parte de su vida este 25 de noviembre. Un detalle, ¿casual?: la misma fecha del fallecimiento, hace cuatro años, de su amigo y compinche Fidel Castro. Otro tipo, en un ámbito y circunstancias diferentes, que dejó una enorme huella en la tierra.