Leandro Bolmaro se prepara para los Juegos Olímpicos de Tokio: “Estoy viviendo un sueño junto a estas bestias”

Habló Bolmaro
Foto: Prensa CAB

Leandro Bolmaro es el futuro del básquetbol argentino, aunque con un presente increíble. Campeón de la Euroliga con Barcelona y Minnesota Timberwolves esperándolo en la NBA, el cordobés se ilusiona con romperla en la Selección Argentina que jugará los Juegos Olímpicos de Tokio.

Por eso, no extraña que le lleguen los elogios de Sergio Hernández y figuras consagradas, como Facundo Campazzo, o que Luis Scola lo desafíe a un mano a mano al finalizar un entrenamiento.

“Velocidad normal, Bolmaro, eso es velocidad Usain Bolt”, lanzó el entrenador sobre el pibe de 20 años, mientras que Campazzo lo destacó como el compañero que “más sorprendió” durante los primeros días en Las Vegas.

“Es un animalito”, se maravilló el hombre de Denver Nuggets en una práctica, luego de que Bolmaro
robara una pelota en la mitad del campo. A la vuelta, en otra presión, Lea volvió a
forzar una pérdida y FC7 se acercó para tocarle la cabeza y decirle algo al
oído: “Me dijo bien, muy bien, seguí así…”, admitió el polifuncional en diálogo con Prensa CAB.

“Que bestias así te reconozcan, te genera una enorme motivación para seguir dando todo.
Realmente estoy trabajando muy duro para que salgan las cosas y tener el respeto de ellos”
,
expresó.

Para Lea, que sea Campazzo quien hable tan bien de él, en público y en
privado, es especial: “Siempre lo vi, desde chiquito, pero cuando comencé
a jugar de base, empezó a ser mi referencia. Miraba videos suyos y le
prestaba atención a cómo cubría la pelota, si iba a robar o no, qué hacía
cuando lo pasaban… De cada detalle que vi, fui aprendiendo, porque para
mí toda era nuevo en la posición”
, reveló.

Hace dos años, Bolmaro llegó a la concentración en Bahía Blanca, previa a
los Panamericanos y al Mundial. Algunos lo pensaron como una primera
experiencia para él, pero él lo dejó claro en aquellos días. “Vine a demostrar
que puedo quedar en el equipo”
, dijo. Y no estuvo lejos de
lograrlo.

“Es verdad, sentí que pudo haber sido y me quedé con muchas
ganas. Ahora espero que sea distinto”
, se ilusiona, y tiene con qué.

Fuera de la cancha, Bolmaro es muy tranquilo y exhibe una marcada
timidez pero su comportamiento y forma de ser contrasta con lo que
muestra en el parquet.

“Un poco es así. Afuera soy tranquilo, y en la cancha no tanto (se ríe).
Noto ese cambio, cuando empieza el entrenamiento o el partido soy otro.
Y esa competitividad saca lo mejor de mí. Siento que yo mejoro y hago
mejores a los otros”
, se autoanalizó.

Y una anécdota de sus épocas de atletismo refleja esa característica: “Una
vez, en un campeonato argentino de pruebas combinadas que se disputó en
Santa Fe, me anoté como siempre en Hexatlón y apareció un chico que no
conocía de Buenos Aires y me ganó… Me quedé mal, recuerdo. Yo me estaba
yendo del atletismo, eran mis últimos momentos, pero decidí anotarme en el
siguiente, en Decatlón, una especialidad que no hacía tanto, sólo porque quería
ganarle. Fui y lo hice”
, recuerda.

Así, pese a que era muy bueno (“Sobre todo en salto en alto y largo, aunque
también en 110 metros vallas y en bala”
, precisa) se retiró en paz del atletismo,
con 16 años, para dedicarse de lleno al básquet. Así nuestro deporte ganó una joya.


Bolmaro evita hablar del impacto que ha causado en estos primeros ocho días
de prácticas: “Es parte de lo que hago siempre. El presionar, correr,
defender, provocar errores”
, dice y se ríe cuando se le recuerda la frase de
Oveja que grafica la marcha más que parece tener.

“Un poco lo noto, pero también es verdad que estoy algo pasado de energías,
de vueltas, que a veces no controlo. Eso debo aprender: controlar los ritmos y mi
dinámica para llegar mejor al final de los entrenamientos. Debo regular las
cargas y no gastar todo en cada comienzo”
, consideró.

Foto: Prensa CAB


-Contale a la gente con qué te encontraste en este regreso a una
preselección argentina mayor.

-Con un equipo muy trabajador y competitivo, que siempre está dispuesto
a dar el máximo, que es muy profesional, que cuida todos los detalles y
que sobresale por el compromiso.


-¿Y en lo social, dentro del grupo?
-Me recibieron muy bien, son todos muy piolas, nunca te dejan afuera y
siempre te están integrando. Se preocupan por todos, para que estemos
unidos y esa armonía afuera podamos llevarla a la cancha. Yo, por suerte,
esta experiencia la había tenido en 2019. Me había podido integrar y,
además, en la temporada venía hablando con muchos de ellos. Son
grandes personas y eso lo valoro mucho. Porque además hay una cuestión
de seguir su paso. Siendo tan joven ya sé el camino que debo seguir a
partir del ejemplo que me dan.


-Los primeros días son difíciles para los nuevos. Vos no parecés haber
sentido nada, no sufrir esa clásica adaptación.

-Un poco. Yo estuve viendo videos y estudiando como jugaba el equipo y
vine intentando cumplir un rol, buscando aportar lo que pueda. Lo que me
toca, me toca. Y realmente no he estado nervioso. Llegué sin miedos y
mentalizado en dar el máximo para ganarme un lugar. Y clave es que
disfrute. Porque cuando eso pasa, juego mejor.


-Sentís que tenés una marcha más y que eso, junto a tu versatilidad y
polifuncionalidad, cae justo para este equipo que intenta potenciar
Oveja, buscando que sea aún más veloz y agresivo que en China.

-Sí, un poco sí. Es un poco mi característica y me encanta este estilo, el de
correr, presionar, meterle un cambio más… Aunque, en realidad, todos
nos sentimos cómodos con esta propuesta, porque sentimos que es la
forma en que podemos sacar ventajas. Ya se demostró en el Mundial que
jugando así le podemos ganar a cualquiera.


-Te adaptaste de maravillas a jugar de base en el Barcelona. Pero acá te
usarán más escolta, por lo que se ve, porque bases sobran. ¿En qué
posición te sentís más cómodo?

-Me siento más cómodo de escolta. Si tengo que subir la pelota, lo hago. Si
debo armar juego, conducir, lo mismo. Pero prefiero ser escolta, tener
más libertades y no asumir siempre la responsabilidad de organizar. Hay
más presión.


-Qué locura lo que pasó con tu puesto en Barcelona. Arrancaste de alero,
saltaste a la fama de escolta pero se produjeron las lesiones en el Barsa y
empezaste a jugar de base nada menos que un gigante de Europa.

-Sí, realmente (risas). Cuando me enteré que iba a empezar a jugar de
base, me puse a ver videos de varios armadores para entender la posición,
sobre todo de Facu (Campazzo). Por suerte, gracias a mis compañeros,
tuve la confianza y eso me hizo sentir más cómodo y confiado con que
podía hacerlo. No fue tan difícil porque creo que me comprometí. Yo
antes era de quejarme, pero cuando pasó esto, cambié el chip y acepté el
rol. El tren pasa una vez, dicen, y yo tenía que aprovechar la oportunidad.

-¿Pero no te sorprendió empezar a jugar de base a un nivel de elite y
rendir tan bien para ser una primera vez?

-Sí, claro, un poco me sorprendió. Pero creo que se debió a lo que dije:
aceptarlo y entrenar mucho para estar listo. Si no hubiese trabajado tanto,
me habría ido mal. El esfuerzo que puse para cumplir dio resultados.


-Por momentos impacta verte en defensa, por tus desplazamientos, la
velocidad y en especial la envergadura que tenés. ¿Te sentís cómodo?

-Sí, muy cómodo, más defendiendo que atacando. Veo que puedo
defender a los bases más chiquitos y también a los grandes, que por ahí
son más lentos. Me gusta presionar, obligar, provocar errores. Me gusta
no dejarlos pensar porque hay muchos muy buenos que si los dejás, te
pintan la cara.


-Cómo sentiste lo que pasó en el Final 4. Venías jugando, pero promediar
25 minutos en los dos partidos más importantes del año… ¿Qué sentiste?

-Sí, realmente lo del Final 4 fue una increíble experiencia. Jugué sin pensar
que eran partidos tan importantes y siento que ayudé al equipo. Lástima
que nos quedamos sin el título, pero tuvimos un gran rival enfrente. Por
mi lado me sirvió tener paciencia y esperar mi momento. Al principio no
jugaba nada y luego un poco más hasta terminar así.


-¿Qué aprendiste en el proceso?
-A no relajarme. Seguí con mi rutina, con mi trabajo. En las malas me di
cuenta que con lo que hacía no me alcanzaba y entrené más y más.
También, es verdad, tuve a mi familia, mi novia y agencia de
representación que me apoyó y eso fue muy importante.


-Es decir, no pusiste excusas ni culpaste a nadie cuando no jugabas, te
esforzaste el doble para estar listo.

-Claro. Cuando me di cuenta que no me alcanzaba, fui por más. Ajusté las
comidas, descansos y los entrenamientos. Creo que, de lo malo, convertí
algo bueno y el tiempo me terminó dando la razón.


-Antes de Las Vegas, por su presente más que por tu futuro, parecías
tener un lugar bastante probable en Tokio pero ahora, luego de los
primeros entrenamientos, la certeza es mayor. No sé si lo sentís así.

-Para eso entreno (se ríe). En una preselección así, para un Juego
Olímpico, nadie te regala nada y si quedo, será porque lo hice muy bien.
En el 2019 estuve cerca, pero tampoco es que hoy me siento entre los 12,
puedo creo que puede ser, que puedo ser parte si hago las cosas bien.