Vélez volvió a festejar: le ganó a Lanús (y a las dudas del VAR)

Foto: Vélez Sarsfield

Vélez Sarsfield superó a Lanús 3-1, en el estadio José Amalfitani, y en el estreno del nuevo técnico -Julio Vaccari, reemplazante de Mauricio Pellegrino- se reencontró con el triunfo en la Copa de la Liga después de seis fechas (3 empates, 3 derrotas). Lanús sigue sin salir del fondo: ganó un sólo partido en las ocho fechas y ahora quedó sólo en el último puesto, que compartía con Vélez, del Grupo B.

Había arrancado bien la tarde para Lanús. Nicolás Pasquini lo puso en ventaja, con un zurdazo transformado en golazo, tras una buena asistencia de Ignacio Malcorra, con apenas 9 minutos de juego. Con un mediocampo poblado y distribuido en abanico, el Granate controló la zona central y obligó a Vélez a lateralizar y no poder abrir brechas.

Recién sobre el final del primer tiempo, empezó a tener algo de profundidad el local. Un tiro libre de Francisco Ortega, a los 33 minutos, desviado por Fernando Monetti fue la primera advertencia. Y a los 42, siendo directo llegó el empate, con Lucas Janson ingresando al área y metiendo el remate bajo a un rincón.

Creció mucho Vélez en el segundo tiempo y a simultáneamente Lanús entró en decadencia. Monetti empezó a ser más exigido: de entrada le desvió un buen tiro a Lucas Pratto. Pero a los 6 minutos no puedo evitar que Lucas Janson lo sometiera por segunda vez. El goleador fortinero capturó el rebote del arquero ante un cercano disparo de Joel Soñora, tras un pase largo de Luca Orellano, y sólo tuvo que acomodar su pierna izquierda para convertir.

El 4-3-3 de Vélez, su nuevo dibujo táctico y con par de nombres distintos, funcionó a pleno en ese período final. Muchos que el 4-5-1 de Lanús, que otorgó demasiadas ventajas y en nada se asemejó al más sólido del primer tiempo.

Tuvo algunas chances más El Fortín para estirar la diferencia. Y lo consiguió en el segundo minuto de descuento. Julián Fernández mandó el pase y Lucas Pratto -en una tarde donde nuevamente fue amenaza constante arriba y derrochó esfuerzo y solidaridad- convirtió.

En los dos goles locales anteriores no quedaron dudas, sin embargo el árbitro Andrés Merlos se tomó su tiempo para consultar con el VAR antes de aprobarlos. Pero en el tercero (la posición de Franco Díaz, quien no tocó la pelota, era el interrogante) demoró una enormidad: consultó con la mesa del VAR -que siguió las acciones desde la sala especial ubicada en el predio de AFA en Ezeiza-, y luego se acercó a la pantalla colocada dentro del terreno de juego. Que insólitamente se quedó tildada. Pasaron diez minutos y el árbitro seguía dudando.

Hinchas y jugadores se miraban, preguntaban, se impacientaban, sonreían con ironía y con nerviosismo. Hasta que finalmente Merlos marcó la mitad de la cancha. Y ahí los locales volvieron a gritar el gol, en realidad, dudas arbitrales mediante, gritaron los tres tantos por triplicado: en el momento y luego ante la confirmación.

El VAR, en casos de acciones muy dudosas, puede ser solución. Pero no debe abusarse y tampoco es posible que se demore tanto. Tanto el encargado del VAR, Darío Herrera, como su colega en la cancha, Andrés Merlos, deben ser más expeditivos.

En los instantes finales, después de la incomprensible tardanza, Lanús pensó en ser ofensivo y entraron José Sand -pareció una falta de respeto a su trayectoria tirarlo a la cancha faltando dos minutos y con el partido resuelto- y Claudio Spinelli. Tarde, muy tarde.

Así Vélez volvió a sonreir, se acordó de ganar, levantó el ánimo. Y por la voz del estadio, volvió a sonar La Chola, ese himno contagiante de los últimos tiempos que acompaña las victorias en Liniers.