Real Madrid, Puerta grande y enfermería

Asensio y Vinicius acaban con un Valencia inofensivo. Paulista fue expulsado por una patada brutal y absurda al 20 del Madrid. Se lesionaron Militao y Benzema. Ceballos, aclamado.

Si el Madrid mira al presente, la victoria ante el Valencia le resultará reconfortante. Siempre le fue bien el papel de perseguidor, condición bien reconocida por sus enemigos, y sigue sumando jugadores para la causa. Falta le va a hacer, porque si echa la vista al horizonte, dormirá mal. Perdió en la batalla a su mejor defensa, Militao, y a su único delantero fiable, Benzema, al pie del Himalaya (Mundialito, Liverpool, la Copa con el Barça…). El partido, por lo demás, quedó resumido en un disparo sin mediar palabra de Asensio para su colección, un gol a toda pastilla de Vinicius, una patada de los setenta de Paulista que le costó la roja y un Valencia fúnebre.

El partido vino a confirmar que Ceballos ya es de la pandilla y que Asensio puede volver a serlo. Dos jugadores rescatados del fondo del armario, a los que no ha corrido prisa renovar, se han abierto paso en el once del Madrid de una manera natural en el fútbol: cuando llegaron las adversidades. Las crisis sacan petróleo del banquillo y de la cantera. Asensio creyó en verano que el Madrid era un problema y en invierno, que es una oportunidad. Esta vez quiere aprovecharla. Ceballos, en cambio, ha resultado una aparición, una solución que no existía. Muy apreciado por los seleccionadores españoles (De la Fuente, especialmente), no alegró el ojo de Zidane ni de Ancelotti hasta este enero, su mes de la suerte. Ahora no hay centrocampista más en forma que él en la plantilla. Tiene inventiva y compromiso, corte y confección. Le aclamó el Bernabéu, una oferta de renovación popular.