Desastre nocturno en Vallecas

El Rayo pasó por encima de un Barcelona consciente que La Liga caerá antes o después, pero que sigue sin dar brillo a su inminente éxito.

Que esta Liga la ganará el Barça está cantado. La cuestión estaba en saber si conquistará con un ejercicio de autoridad, con grandeza y gustándose o bien racaneando y emboscado. Por lo visto en Vallecas, todo apunta a la segunda opción. Ni el naufragio del Real Madrid en Girona sirvió para espolear a un Barcelona que ha sumado cinco puntos de los últimos doce en juego y que perdió ante el Rayo por 2-1 sin dar ni una constante vital hasta el último suspiro. El encefalograma futbolístico de los de Xavi fue plano hasta que Lewandowski apareció de la nada a falta de siete minutos. Seguramente, la imagen blaugrana en Vallecas debe doler más a un Real Madrid que desde la tele debió preguntarse cómo diantres puede perder el campeonato ante un rival así. La respuesta no está en el viento, está en actuaciones como la del martes en Girona.

Preso de la seguridad que aporta el colchón de puntos que acumula o por la propia incapacidad blaugrana, el partido se desarrolló de una manera que si ayer hubiera estado en la grada Beatriz Flamini, la alpinista que se pasó 500 días en una cueva de Granada, hubiera sido difícil explicarle que en Vallecas jugaba un equipo que estaba a punto de ganar LaLiga de una manera autoritaria. Seguramente, la ermitaña cavernícola hubiera tenido dificultades para discernir, sin contexto, cuál de los dos equipos era el que va disparado a la gloria.

El Rayo se comió en la primera parte al Barcelona por intensidad. El equipo de Xavi no supo responder al envite de los madrileños con la pelota. Los blaugrana, con De Jong de pivote defensivo por ausencia de Busquets movieron la pelota al ritmo de cróquet, ese noble deporte de jardín que hace del golf un espectáculo vertiginoso.

Mientras el Barça sesteaba, Ter Stegen hizo el milagro diario a disparo Camello después de un error grosero de Pedri, pero el alemán ya no pudo evitar dos minutos después el gol de Álvaro García después de que Camello le ganara una pelota dividida a Gavi y en la prolongación de la jugada Koundé no se enterara de nada, marcara el primer gol del partido.

El Barcelona iba perdiendo y no se había enterado aún de que el partido había empezado. Por inercia, el equipo blaugrana empezó a acercarse a la portería de Dimitrievski mediante Lewandowski. El polaco no pudo superar al macedonio en el minuto 23 y cuando lo hizo, antes del descanso, el VAR decretó que lo había hecho en fuera de juego.

Para cualquiera que llegara de la cueva seguía haciéndose incomprensible asumir que el equipo catalán esté a punto de ganar LaLiga, porque tras el descanso, los culés seguían sin dar una patada a un bote.

A los ocho minutos de la reanudación, De Jong falló ante Fran García que le ganó un duelo imperdonable y se plantó ante Ter Stegen al que batió con toda la furia del mundo. Un ímpetu que contrastaba con la modorra barcelonista, que por si la señora que salió de la cueva sigue sin saberlo, es el equipo que está a punto de ganar LaLiga.

Xavi quiso corregir el plan (en el caso de que existiera) dando entrada a Ansu por Ferran y a Alba, que ya venía con una tarjeta amarilla desde el banquillo por Marcos Alonso. Describir la aportación al partido de los sustituidos al juego blaugrana sería una oda a la hoja en blanco, así que no entraremos en detalles. Básicamente, porque no los hay.

Los cambios apenas aportaron más que una jugada rocambolesca de Kessié que acabó rematando Lewandowski para dar emoción a un desastre nocturno en Vallecas que no deja nada en cuestión.

AS