El testimonio de Carlos Martino, DT argentino en Nicaragua, único país americano donde no se suspendió el fútbol

“Acá estamos algo preocupados porque hoy se detectó el segundo caso. Pero gracias a Dios tomando las cosas con tranquilidad y las medidas de seguridad correspondientes”, le cuenta Carlos Javier Martino, director técnico argentino, desde Nicaragua, a IAM Noticias.

“La Liga sigue jugándose normalmente, aunque pensábamos que iba a parar este fin de semana. Pero según el comunicado oficial jugamos el domingo normal. El lunes se vuelven a juntar los clubes para ver como sigue la historia”, detalla el actual entrenador de la Reserva de Juventus Managua y con paso anterior por la Selección Juvenil del país centroamericano.

Agrega: “la gente está empezando a preocuparse más que nada por estos dos casos recientes. Las opiniones están divididas: hay quienes están de acuerdo en seguir y quienes están en contra“.

En el caso específico de su club, Martino cuenta: “con la directiva tratamos de que los jugadores tomen las medidas necesarias, aunque sabemos que puede ser difícil al estar expuestos. Pero sí tratamos en lo posible tenerlos concientizados de las medidas que hay que tomar”.

“No todos tienen su medio de transporte por eso los padres tratan de dejarlos en el entrenamiento y luego ir a buscarlos. Es lo ideal así no tienen que viajar en transporte público y evitan el contacto con mucha gente”, añade.

Carlos Javier Martino tiene una relación afectuosa especial con Nicaragua. Llegó en 2005, tras jugar dos años en FAS del vecino El Salvador, para vestir la camiseta de Ferretti, siguió en Scorpion y al tercer año se incorporó a Diriangen FC -“el más grande del país”, no duda en calificarlo-; continuó en Masatepe y Real Madriz Somoto.

En este último equipo sufrió rotura de ligamentos y estuvo un año inactivo. “Tenía 36 años y pensé que no volvía más, tenía 36 años. Me operó el doctor Raúl Zamponi, médico de Estudiantes de La Plata, y al año estaba de nuevo en las canchas. Jugué mi última temporada, con 38 años, en San Marcos”.

La dirección técnica fue el próximo paso. “Gracias a Dios empecé a dirigir juveniles acá. Sub 13, sub 15, sub 17, sub 20 y sub 21 y reserva de Primera División. El año pasado trabajé en la Selección nacional; fui técnico de la Sub 15 y asistente técnico de las Sub 17, sub 23 olimpica y de la Selección mayor. Este año me hice cargo de la reserva de Juventus y con la posibilidad de dirigir la Primera en el segundo semestre”, desgrana Martino su CV como entrenador.

Nicaragua es mi segunda casa, me adoptaron hace quince años y nunca me fui y creo que no me iré más. Formé mi familia, mi actual esposa es Mayela Cruz, hija y sobrina de dos leyendas del fútbol nicaragüense y tengo dos hijos nicas. La verdad, se vive una vida super tranquila y es un país hermoso que siempre recomiendo para conocer”, afirma.

Su pasado futbolístico en Argentina tuvo punto de partida en Fletes El Platense, en Parque Castelli, cuando Martino tenía 6 años y ni imaginaba que encontaría su lugar en el mundo en Nicaragua. En ese club disfrutó su paso por el fútbol infantil.

A los 12 años se incorporó a las inferiores de Estudiantes de La Plata. Categoría 1975, tuvo como compañero a la Brujita Juan Sebastián Verón. Deubtó en la Primera de El Fortín y no sólo compartió plantel con sus amigos de la infancia en la Liga Amateur Platense sino que celebró un recuerdo inolvidable. “Me di el lujo de jugar con mi papá, Juan Carlos Martino. Tengo entendido que es el primer y único caso, hasta el día de hoy, en la Liga de que padre e hijo jugaron juntos. Después de un par de años aparecieron nubarrones: “como no pude debutar en Estudiantes me agarró que quería dejar el fútbol porque no creía que sería mi medio de vida”, reseña con emoción y orgullo.

Así quedaron colgados los botines y la pelota dejó de rodar por un tiempo. Hasta que la pasión retornó. Expresa Martino: “gracias a gente del fútbol como el Sopa Aguilar, Coqui Raffo, Pepo Soto y Alejandro Presa, que me hicieron volver con ganas empecé a conseguir objetivos”.

Ferro de Tandil, con el Tano Pernía, marcó su reencuentro oficial e Independiente de Neuquén, disputando el Argentino B, extendió la trayectoria del futbolista platense. Hasta que pisó Centro América sumándose a FAS. Y enseguida Nicaragua, esa nación tan violentamente dulce como la bautizó Julio Cortázar en uno de sus libros, lo cautivó definitivamente.