Boca: el campeón de los dos técnicos

Boca tuvo que sobreponerse a varios obstáculos para alcanzar la coronación en la Superliga. Debió espantar los fantasmas internos para luego reinventarse. Lo hizo a tiempo y se adueñó del título con una remontada final impresionante.

El Xeneize pareció diluirse a fines de 2019, cuando el ciclo de Gustavo Alfaro terminó con una pálida caída en Arroyito frente a Rosario Central.

El técnico que condujo a Boca durante todo 2019 terminó las primeras 16 fechas del campeonato con una efectividad del 60.42 por ciento. Un porcentaje para nada despreciable, aunque sus falencias fueron otras.

Alfaro se fue a su casa, tal como deseó después de la eliminación contra River en la Copa Libertadores, dejó en Boca varias dudas en cuanto al funcionamiento del equipo y la capacidad y adaptación de varios jugadores.

La nueva dirigencia, con plena confianza en el criterio de Juan Román Riquelme, flamante vicepresidente, buscó a Miguel Ángel Russo. El técnico que levantó la última Libertadores con el club tenía una nueva oportunidad.

Y Russo no solo no desentonó, sino que sorprendió la celeridad con la que acomodó los melones del carro. Cada cosas en su lugar, conceptos claros y nada de frases pulcras pero vacías.

Hizo de la solidez defensiva, concepto importante en el estilo de Alfaro, una marca registrada. Pero lo hizo por el camino contrario, pensando primero en el arco contrario. Y en todo 2020 sufrió apenas un gol por Superliga.

Convicciones futbolísticas mediante, también le renovó la confianza a jugadores que venían un tanto relegados o que alternaban en la formación titular. Los casos de los colombianos Frank Fabra y Jorman Campuzano son los botones de muestra más importantes.

Respaldó a Pol Fernández, único refuerzo, cuando las cosas no salían, y a Franco Soldano pese a su falta de gol.

Le devolvió la fe en sí mismo a Carlos Tevez, el autor del gol del título ante Gimnasia. Lo hizo sin adornarlo con frases edulcoradas, solo dándole continuidad.

El sprint final de un empate y seis triunfos, racha que deja a Russo con una efectividad de 90.48 por ciento, fue el restante factor clave para ganarle el mano a mano final nada menos que a River.

Después de momentos de incertudumbre, Boca cambió y ganó. Russo le devolvió la sonrisa.