La pandemia frenó, por ahora, el periplo de Franco Calero por el mundo del fútbol

“Pocos días antes que estallase la pandemia de coronavirus regresé desde Ecuador, donde había arreglado un préstamo de seis meses con América de Quito. Pero viendo lo que se venía preferí darle prioridad a la salud. En julio quedó libre oficialmente, pero como tengo muy buena relación con el presidente del club, y entiende la situación, me autorizó a negociar mi pase. Ecuador sufrió mucho, y sigue sufriendo, con el COVID 19 y no quiero volver“, le cuenta Franco Calero a IAM Noticias.

El delantero rosarino, de 31 años, jugó en 20 clubes de 14 países diferentes. Desarrollar su carrera profesional recorriendo el planeta se convirtió en algo normal. Hasta que apareció el coronavirus y sus pensamientos cambiaron. “Hoy priorizo la salud por encima de lo económico. Voy a tomar con la mente muy fría la decisión de donde seguir jugando. Estoy analizando propuestas, pero antes veo el panorama de esta pandemia. Encima los últimos dos años estuve en países que están sufriendo mucho con este tema, como Estados Unidos y Ecuador, con muchos infectados y muertos”, dice.

En Estados Unidos, Calero jugó en El Farolito Soccer Club, franquicia del Montreal Impact de la MLS. “Está en la ciudad de San Francisco y me mantengo en contacto con mis ex compañeros. Lamentablemente varios de ellos se contagiaron a pesar que son jóvenes. Esto demuestra que este virus no respeta edades, ni status social. Trump decidió no parar el país, como hizo Alberto Fernández acá, y las consecuencias fueron que se dispararon los casos de contagios y muertos. Es terrible lo que está pasando”, relata.

La temporada pasada el futbolista argentino jugó en Cumbayá, de la Serie B de Ecuador. “También tengo comunicación con ellos y me cuentan lo complicado que está el tema en Quito. Igual el peor foco es Guayaquil, donde hasta hubo muertos en las calles. Es una locura lo que está haciendo la pandemia”, señala.

El delantero rosarino, de 31 años, hizo las inferiores en Newell’s -figura entre sus goleadores históricos- y debutó en Primera División en 2004, para luego empezar su primera etapa recorriendo el mundo con sus valijas cargadas de goles e ilusiones: Nacional (Uruguay), Atlético de Madrid B (España), FC Zürich (Suiza), TSV 1860 Múnich (Alemania) y Durazno (Uruguay).

Regresó al país y a su Newell’s -“mi sueño es volver algún día como lo hicieron mis amigos Maxi Rodriguez y Formica y terminar con esa camiseta mi carrera; el corazón tira”, reflexiona- , siguió en Argentino de Rosario y en Estudiantes de Rio Cuarto.

Y desde 2012 su pasaporte no para de sumar sellos y sus goles de gritarse en distintos idiomas, mientras absorbió diversas culturas y costumbres: Deportivo Aragón y CD Sarifeña (ambos de España), Alfonso Ugarte (Perú), PGS Kissamikos (Grecia), Al Ansar (Líbano), Happoel Akko y Kiryat Shmona (Israel), Rangers (Chile), Aucas (Ecuador), Kabuscorp (Angola) y los ya mencionados El Farolito y Cumbayá.

De las seis confederaciones que conforman FIFA, jugó en cinco: Conmebol, Concacaf, UEFA, AFC (Asia) y CAF (Äfrica); para el cartón lleno solamente le falta un equipo de la OFC (Oceanía). Y podría darse, ya que desde un club de Australia se contactaron con él: “Lo estoy analizando, en ese país el panorama se está aclarando y podría darse. Igual por ahora no se puede salir de Argentina, así que tendré que esperar un poco más”.

“Desde que comenzó el aislamiento, estoy entrenando en mi casa durante dos o tres horas diarias. Llevo sesenta y pico días de entrenamiento. Me compré una bicicleta fija, y ya tenía pesas y otros elementos de gimnasio. Como tengo un patio grande, puedo hacer movimientos de cambio de ritmo, con intermitencias y no pierdo la capacidad aeróbica. También me estoy cuidando con la alimentación. Solamente me falta ritmo de juego, pero en ese sentido estamos todos los futbolistas en igualdad de condiciones”, afirma. 

Calero no imagina interrumpir su vida de nómade del fútbol. Sin embargo, ahora su prioridad a la hora de elegir su nuevo desafío se decidirá por una cuestión de salud por encima de la tentación deportiva o económica.