Al Atleti se le hizo de noche

El chaval hace un doblete para el empate del Almería aunque los del Cholo se adelantaran dos veces. Correa y De Paul marcaron. Peligra la cuarta plaza

Luka Romero le dio la noche a un Atleti al que se le volvió a atragantar Almería aunque nada más comenzar el partido pareciera justo al contrario. Porque la noche la llevaba con orgullo el Atleti en su camiseta, esa cuarta equipación que estrenaba, azul marino, que fue ponérsela Reinildo, pitar el árbitro el inicio y comenzar a esprintar. Solo cuando te persiguen, corres veloz y el mozambiqueño tenía errores graves (ante Athletic e Inter) de los que huir. Corrió y corrió y a la línea de fondo llegó. Caño a Pubill, finta a Edgar y pelota al área para que Correa gritara de la mejor manera que sabe que se quedó para volver a ser importante. Gol. El Atleti, que salía de inicio con el argentino y Memphis en la punta, pudo matar el partido en este inicio centelleante con esa camiseta que, dijo el club, era para jugar y homenajear la noche de Madrid. Ante el VAR y para el bar por igual, aunque 90 minutos después un chaval de 19 años que acaba de volver a la Liga parecía pintarla del verde del que cuelgan tantos porrazos fuera de casa. Se llama Luka Romero e hizo del inicio del partido del Atleti un espejismo. Otro traspié fuera, ahora un empate, con jugadores como neones fundidos. A tirones.

Tuvo dos ocasiones más el Atleti en los primeros diez minutos antes de desvanecerse para siempre. Una en la que Barrios no logró controlar un pase en largo de De Paul que le dejaba mano a mano ante Maximiano y un tiro de Memphis que se fue a córner tras tocar en un defensa tras otro pase filtrado de De Paul. En ese momento el Atleti parecía jugar tan suelto que flotaba. Las primeras órdenes de Simeone a Correa y a Memphis, que empezaban a desgastarse del resto como islas sin vínculo, fueron el inicio del fin del trampantojo. Fue entonces cuando el Almería salió de debajo de la cama del Cholo como lo hacen los cocos que también habitan las noches.

Un Almería en el que el once de Garitano era declaración de intenciones: tres jugadores de ataque recién llegados (Luka Romero, Viera y Lozano) para mirar de frente al Atleti aunque su clasificación dijera último, colista, cero victorias aún. Pasado el inicio, Viera bajó la pelota para comenzar a jugarla ante un Atleti que se encogió bajo las sábanas. Los de Garitano tenían el mando y los del Cholo empezaron a no saber qué hacer cuando tenían la pelota y a precipitarse cuando no. El Almería dejó de ser un elemento extraño por el área de Oblak: mientras Barrios perdía todo balón, Luka Romero corría como un galgo por el Power Horse para ganarle todas las carreras a Reinildo y tiznarle de negro el azul oscuro de la camiseta a los del Cholo.

El primer golpazo lo dio tras recibir la pelota de Pubill e introducirse en el área gritando casa ante solo miradas, una nueva forma de defender del cholismo 2024 que es como el traje del emperador aquel: ninguna. Tan fácil le resultaba al chaval que, de un zurdazo desde la frontal, dejó tendido y vencido a Oblak. 1-1. Hacía tres meses y casi 500 minutos que el Almería no celebraba un gol en casa. El gol rebrincó al Atleti que, sin embargo, sumó ocasiones sin peligro real para Maximiano.

Simeone comenzó la segunda parte con cambios que parecían pactados, Llorente y Roro por Koke y Lino, por eso del jueves. Su entrada devolvió el color al Atleti y De Paul lo subió al marcador con una galopada que finalizó con la puntera y los centrales del Almería probando también ese defender solo de ojos. Cuando Radovanovic quiso moverse fue para rozarlo y cambiar la trayectoria, imparable para Maximiano. Si Roro acariciaba la tranquilidad con un trallazo al travesaño, en la jugada siguiente Luka Romero volvía a derrumbar la portería sobre Oblak con un trallazo con el exterior a la escuadra.

Se iba el chico por un tirón en el gemelo mientras Simeone pedía un 4-4-2 que arreglara el desaguisado que en ese momento era su equipo. Intermitente, su propio rival otro día más fuera de casa. Morata erraba a dos metros del portero, solo, al llegarle el balón en una jugada embarullada y Melero respondía con un tiro manso en el que podía haber sido de gracia. Era el descuento. Las dos últimas jugadas. Empate justo que a uno, el de casa, le sabe mejor, y a otro, el de fuera, a tierra en la boca en otra visita a Almería. El Athletic, rival el jueves en Copa, le puede quitar la cuarta plaza antes, en Liga.

AS