LeBron, ante la historia de todas las historias

Los Lakers afrontan su gran examen de la temporada ante los Nuggets, un equipo que les barrió el año pasado y ganó el anillo. LeBron, ante el gran desafío de Jokic

Las grandes hazañas han llevado casi siempre el nombre de las grandes leyendas. De hecho, por eso han acabado recibiendo esa nomenclatura. Y no todos están preparados para conseguir el éxito ni para luchar por según qué trono. Y el que quiere ocupar LeBron James es uno muy (muy) grande. Y casi imposible de conquistar hasta su llegada a la NBA, cuando empezó a encadenar fracasos y éxitos, momentos inolvidables, a recibir muchas críticas y posteriormente reconciliarse con la opinión pública. Abandonar su hogar para buscar el anillo, regresar para cumplir su palabra y cambiar el mercado más pequeño por el más grande. Un jugador de dimensiones enormes, cuya sombra es inabarcable y que ha hecho de la longevidad su último argumento para ser considerado el mejor jugador de todos los tiempos. Y, sobre todo, una estrella que ha escrito una narrativa cautivadora, de la cual la mejor Liga del mundo ha comido y bebido hasta convertir al Rey en el epicentro del momento. Todavía, con 39 años y 21 temporadas después, él es el protagonista. La pregunta ahora será hasta cuándo.

LeBron ya ha dicho que todavía no se va a retirar, que le queda baloncesto, una o dos temporadas más. Presumiblemente en los Lakers, pero sin dar nada por hecho. Todo dependerá de cómo se desarrollen los acontecimientos, como vaya un verano en el que aspira a su tercer oro olímpico y la forma en la que se desarrolle su relación con la franquicia. Desde luego, el nivel que demuestra a su edad es absolutamente bárbaro: 25,7 puntos, 7,3 rebotes y 8,3 asistencias de promedio con un 54% en tiros de campo y un 41% en triples, la mejor cifra de su carrera para un jugador que sigue mejorando a pesar de la edad, consigue sus mejores marcas en determinados ámbitos y es capaz de cambiar su mecánica de tiro en un momento en el que la mayoría se están retirando o se conforman con lo que ya saben hacer. Algo extraordinario, fraguado con una nueva victoria en el play in que le lleva a un 9-2 en partidos en los que si ganas pasas, los 9 conseguidos de forma consecutiva entre séptimos partidos: 6-0 en playoffs (2-0 en Finales) y 3-0 en esa especie de previa que la NBA se inventó tras la pandemia del coronavirus y llegó para quedarse.

Eso sin contar el In-Season Tournament, conquistado en su primera edición por los Lakers por empeño personal de un LeBron que comprende perfectamente la repercusión que puede tener haber ganado la Copa NBA por primera vez, siendo además designado MVP, otro premio más para un libro de cada vez más páginas. Y ahora, en el momento de la verdad, el Rey reclama su corona tras superar a los Pelicans en el play in y se cita con su último archienemigo, unos Nuggets que son los vigentes campeones y que además tienen en sus filas a un Nikola Jokic que es, probablemente, el mejor jugador del mundo en estos momentos. Eso sí, LeBron ya sabe de que va esto: ha tenido muchos rivales duros a lo largo de su carrera y, antes o después, ha conseguido acabar con todos. Y se encuentra ante el que es, probablemente, su mayor desafío, superar al equipo de Colorado, favorito al anillo. Y quién sabe si el último: el tiempo pasa y hasta un ser que da la sensación de ser imperecedero tiene que vislumbrar en algún momento su final. Le pese a quien le pese.

El peor rival… para ambos

Seguramente los Lakers habrían preferido en primera ronda a Thunder o Timberwolves, pero es muy probable que a los Nuggets no les haga mucha gracia el rival que les ha tocado. Eso sí, tienen la historia reciente a su favor, y no sólo por el 4-0 que infligieron a los angelinos en las finales de Conferencia del curso pasado. El equipo de California no gana a Denver desde el 16 de diciembre de 2022 y ha perdido los tres partidos que ha disputado contra ellos en la presente regular season de 8, 10 y 12 puntos de diferencia. La Mile High de Colorado y su increíble actitud hacen a los Nuggets uno de los equipos más peligrosos como locales (33-8 en casa, segundo mejor récord de la NBA como locales empatados con los Thunder y sólo por detrás de los Celtics) y el peso de su público es una obviedad que inclina la balanza en más de una ocasión. Esto, unido a que los de Darvin Ham han contado con menos descanso por haber participado en el play iny se han tenido que estirar mucho a final de temporada para poder alcanzar el octavo puesto, que no tuvieron atado hasta la última jornada, permite dar ventaja a los de Mike Malone, un entrenador que se hartó a hablar de los Lakers antes, después y durante la serie del curso pasado.

El duelo en los banquillos entre Malone, al que es obvio que no le gustan los angelinos, y Darvin Ham, será clave. El emparejamiento directo de LeBron será Aaron Gordon y el de Anthony Davis, Jokic. Dos duelos individuales, especialmente el segundo, que servirán para inclinar la balanza, especialmente por la superioridad mostrada por el serbio ante su homólogo y la apatía que muestra su rival cuando empiezan a salir mal las cosas en batallas concretas, Domantas Sabonis y Jusuf Nurkic a la cabeza. En lo referente a Ham, eternamente cuestionado, este será su momento para reivindicar que los pasados playoffs no fueron una mera casualidad y que está preparado para este tipo de situaciones. Las rotaciones, uno de sus defectos, se disminuyen en la fase final, lo que le viene bien. Mientras que la gestión de los tiempos muertos o el (poco) descanso de LeBron y Davis serán esenciales. La plantilla parece confiar más o menos en el entrenador según como sople el viento, pero es el que tienen para este desafío y aplicar sus conceptos defensivos mientras buscan la simplicidad en ataque será esencial para el devenir de la serie.

Una cuestión de héroes

Eso sí, para los Lakers sería una auténtica revolución vencer a los Nuggets, que no son esos Grizzlies que se encontraron en primera ronda el curso pasado. Alargar la serie tiene dos vertientes: puede aumentar la presión y el nerviosismo sobre el campeón, pero también causar mella en el castigado físico de LeBron. Eso sí, no hay ningún escenario que plantee una victoria rápida de los angelinos, más bien al contrario. Por ponerlo todo en perspectiva, algunos datos: los Lakers van 38-1 cuando acaban liderando el tercer cuarto, y son el mejor equipo en el clutch time de la NBA, consiguiendo una marca de 24-9 en partidos que tenían una diferencia de 5 puntos o menos en los últimos 5 minutos de partido. Eso sí, en las últimas finales de Conferencia hubo hasta 18 minutos dentro del clutch… y los Nuggets superaron en 32 tantos a los de Hollywood en ese tiempo. Algo muy a tener en cuenta, especialmente teniendo presente que dicha serie fue muy igualada a pesar del resultado final y los partidos se decidieron por 5, 6, 11 y 2 puntos. Pero los de Ham perecieron en todos.

Más. LeBron promedió 27,8 puntos, 9,5 rebotes, 10 asistencias, 1,5 robos y 1 tapón en dichas finales de Conferencia, mientras que Jokic se fue a 27,8+14,8+11,8, con 1,3 y 1,3. Números de leyenda por ambas partes, especialmente teniendo en cuenta la edad del Rey, pero que conlleva otro problema en lo referente a Jokic. Por ahí pasarán muchas de las opciones angelinas, si es que tienen alguna: por parar, o perturbar ligeramente, la enorme producción del pívot, no sólo en lo referente a la anotación, sino también a lo que es capaz de involucrar con sus compañeros. Será en el plano defensivo donde tendrán que funcionar para frenar una sangría constante para un jugador total, con una capacidad para el pase legendaria (equiparable a la del propio James) y rodeado de fantástico tiradores: Jamal Murray (41,5% en triples), Reggie Jackson (36%), Michael Porter (casi el 40%) o Kentavious Caldwell-Pope (40,6%), que, por cierto, fue campeón en 2020, con LeBron y con los Lakers. Frenar esa efectividad será misión casi imposible. Y por ahí pasará todo.

Y más. Cuando mejor han funcionado los Lakers en los últimos años ha sido con quintetos altos y ahora los tienen con LeBron, Davis y Rui Hachimura. Lo que puedan aportar Austin Reaves o D’Angelo Russell será esencial, especialmente si el segundo entra en su siempre conocida irregularidad y se pone a fallar triples, lo que le lleva a bajar sus prestaciones en defensa, que ya de por sí no es su lado fuerte. Si llega o no Jarred Vanderbilt también será importante (todo indica a que no) y la vuelta de Gabe Vincent ha sido una bendición, así como la capacidad para producir desde el banquillo de Jaxson Hayes o Taurean Prince, muy del gusto de Ham y funcional en los dos lados de la pista, pero inconstante. Pero, al final, todo dependerá de si veremos o no una última hazaña de un Rey que sabe que es en estas batallas donde se fraguan las grandes leyendas y que tiene toda la narrativa y la capacidad para hacer algo que nadie cree que pueda pasar: que los Lakers ganen a los Nuggets. Un equipo mejor, maduro, de rotación larga y con Nikola Jokic de mesías. Contra todo eso tendrá que luchar LeBron James en el más difícil todavía. En un nuevo desafío. Quizá el último.

AS