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El 1 de diciembre de 1994 Vélez Sarsfield logró el mayor logro de su historia, coronándose campeón mundial, al derrotar al poderoso Milan italiano 2-0, en la final disputada en Tokio, con los goles de Roberto Trotta, de penal, y Omar Asad. Al cumplirse 28 años, el club de Liniers convocó a los cuerpos técnico y médico para recordar aquella Copa Intercontinental.
Carlos Bianchi, el mejor técnico que se sentó en el banco de El Fortín; Carlos Ischia, su colaborador táctico; Julio Santella, preparador físico, Ricardo Coppolecchia, médico, y Carlos Leoni, kinesiólogo, rememoraron hechos, anécdotas y vivencias de aquella final, en un evento conducido por el periodista televisivo Alvaro Norro y que contó con la presencia de 25 socios de Vélez, que se ganaron su lugar mediante un sorteo, autoridades del club y medios de prensa.
“Nos encontramos con un grupo con una predisposición tremenda al trabajoy eso hizo todo mas fácil. Afortunadamente encontramos gente que quería ir por más y salir de la rutina, que entendieron el mensaje y nos dieron la respuesta que esperábamos y así llegamos a esa final”, señaló Bianchi.
Agregó: “No hacía falta motivar a quienes jugaban esa la final del mundo; sí necesitábamos estar perfectos tácticamente. Íbamos a jugar contra un equipo que había goleado al Dream Team de Barcelona en la final de Europa”. El DT resaltó: “Como dije siempre era difícil imaginarse un barrio campeón del mundo, no era una provincia o una localidad, era un barrio”.
Entre tantas imágenes y momentos que guarda de esa final disputada hace 28 años, Bianchi eligió una: “El segundo gol, ahí dijimos ahora sí. Con el primero no podíamos estar muy seguros, porque el rival era el Milan, por eso el segundo gol nos dio mucha tranquilidad”.
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Una pantalla ofrecía testimonios filmados de varios jugadores campeones: Raúl Cardozo, Víctor Sotomayor -la barba que luce ahora hizo que sus viejos conductores tardasen en reconocerlo-, José Basualdo, Christina Bassedas, Claudio Husain y Omar Asad. Todos coincidieron en resaltar y valorar la influencia en sus carreras futbolísticas de los cinco presentes en el acto realizado en el Aula Magna de Vélez y de conmemorar aquella hazaña de diciembre del 94 .
Julio Santella recordó, entre risas, aquella exigente pretemporada en un bosque de Necochea donde algunos futbolistas robaban recorrido: “Me parecía raro que llegasen al final de la vuelta tan tranquilos y con un buen tiempo, sospechaba que alguna trampa hacían; entonces crucé, sin que me vieran, el terreno en bicicleta y me subí a un árbol. Ahí pude ver como acortaban el camino y hacían un circuito mucho más corto”.
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El doctor Coppolecchia, histórico por sus cuatro décadas trabajando en Vélez, hizo referencia a un momento duro en la previa al partido con los italianos: “Sotomayor tenía un esguince de tobillo, nadie lo sabía, y teníamos decidido infiltrarlo unos minutos antes. En el precalentamiento también se esguinzó Marcelo Gómez y por eso también jugó infiltrado, el tobillo parecía el de Maradona en esas fotos del Mundial de 1990”.
Carlos Ischia aportó: “Gómez lloraba y pedía por favor que no lo sacásemos del equipo, quería jugar sí o sí“. Contó que “en las primeras prácticas de fútbol, cuando empezamos a trabajar, Carlos le dijo a Almandoz que iba a jugar de cuatro en el equipo titular, su respuesta fue que era líbero, entonces lo mandó a jugar para la Reserva. Se repitió el diálogo al segundo día y lo mismo. Ya al tercer día, Almandoz aceptó jugar de cuatro y ahí quedó”.
Para el Profe Santella, “más allá del trabajo, y de la obligación y responsabilidad, para mi la relación con Vélez, y su gente, siempre fue muy especial. Cuando te sentís tan a gusto y tan identificado no es solamente trabajo”.
En el cierre del emotivo encuentro, Bianchi dijo que “empecé a jugar en Vélez a los 12 años, y ahí empecé a querer a este club. Y 32 años después salimos campeones del mundo del mundo con un grupo de trabajo compenetrado y con un plantel generoso, logrando algo impensado, porque fueron cosas que no se piensan y al final se terminan logrando”.